top of page

De Instructores e Instruídos

 

(Por Ricky Báez)

 

Quienes instruimos a nuevas generaciones de músicos a la batería,  debemos saber que tenemos la gran tarea de incentivar lo que ya es nato en una persona que se ha dado cuenta que su talento nato es ser músico además de buen estudiante. No siempre un buen estudiante termina por ser un buen músico porque el estudio no da lo que natura no presta.

Recuerdo que cuando detectaba falta de estímulo en algún alumno o presentía la partida de alguno de ellos me la pasaba diciendo: “ ...Músicos sentados a la batería tocados por la varita (refiriéndome a artistas consagrados en los tambores) son contados con los dedos de una mano, el resto tenemos que estudiar, estudiar y estudiar...” procurando desesperadamente que no se vaya porque la partida de un alumno implica muchas cosas: pérdida en la continuidad semanal del lazo afectivo, pérdida de un ingreso monetario más, reducción de la cantidad de alumnado y por ende pérdida de la reputación de instructor altamente requerido para enseñar, etc. Como así también me promocionaba todo el tiempo como un instructor que de forma sospechosa incentivaba demasiado al estudio con el fin de inspirar respeto y amor al estudio. Pero no se incentiva con el pregón sino con la actitud. Fue cuando aprendí a no ser egoísta

Yo también pasé por la etapa de incentivarlos afanosamente por el lado de los libros cuando no los veía entusiasmados, pero con el tiempo me dí cuenta que además del incentivo intelectual, estaba además el lado espiritual. Nuestra misión como instructores es acentuar lo que ya está en ellos, no tratar de incorporar a sus almas lo que no se puede ni se debe. Eso es trabajo exclusivo de ellos, de su libre albedrío. Un instructor guía al alumno hasta las puertas de la percepción pero es éste último quien las abre.

“Ser” es una decisión que concierne sólo a ellos. Es su libre albedrío el que decide no el nuestro por ellos.

Si bien es real que se puede incentivar una virtud, no se puede ni se debe tratar de inculcar amor por lo que se hace porque eso se siente o no y contra eso no hay nada que se pueda o deba hacer.

Amar no es una elección sino un sentimiento.

Incorporar data al intelecto y memoria muscular al cuerpo, es viable cuando ya se tiene muy en claro lo que se quiere hacer, sino es tiempo, energía y dinero que se podrían aprovechar para otros fines más concretos.

Tener talento artístico para tocar música con la batería es un destino y lo que viene con ello, además de ese destino es tener la sensitividad de despertar a eso y la sensibilidad de desarrollarlo.

Entiendo que la reducción del trabajo musical debido a causas como por ejemplo la no muy desarrollada musicalidad, o la competencia desleal de una mano de obra cada vez más barata por la desesperación de no terminar de vivir de otra cosa que no sea el oficio de músico, hace que muchos se tomen la enseñanza como un ingreso importante y a causa de ello traten de conseguir y retener la mayor cantidad de alumnado posible. Pero más que serviciales a nuestras necesidades, debemos ser funcionales a la utilidad de las cosas que son mas afín a la esencia que al ego. Prefiero ser sincero con una persona que viene a estudiar conmigo a cerca de su falta de tacto y visón a cerca de su talento para cualquier otra actividad menos para lo atístico.

Algunas veces se aprende de quienes jamás se propusieron educar, lo cual me hace reflexionar que no es el interés de enseñar sino la necesidad de aprender es lo que instruye. Nuestra sed de aprendizaje nos hace asimilar cosas sin que alguien haya tenido la intención de enseñárnoslas.

Cuando alguien pretende enseñar en base a una necesidad propia como por ejemplo: económica, utilización de lo aprendido y que tanto dinero se pagó por ello, demostrar lo mucho que se sabe, creer tener la posta de como deberían ser las cosas, etc., logra un aprendizaje distorsionado en el alumno porque no orienta la instrucción hacia la demanda de utilidad didáctica por parte de éste. Lamentablemente ése alumno -sino despierta- en el futuro formará alumnos con ése mismo criterio.

Es poco frecuente dar con el maestro que se ocupará de nuestras demandas porque la mayoría está en las propias. Por eso es bueno buscar un instructor para que nos guíe, no que nos induzca, que nos forme y no que nos informe nada más.

Cuando formamos alumnos elitistas, con la mentalidad cerrada a un determinado estilo haciéndoles creer que ese estilo es lo más musical que hay y los demás son una berretada, les estamos haciendo de verdad mucho daño.

La musicalidad no atañe a un estilo en particular, la musicalidad es impartida por el músico a cualquier estilo que se le cruce. La música viene por el músico y éste lo acusa tocando. No es el estilo sino el músico.

En mis trabajos realizados en cruceros he visto hacer agua (valga la redundancia) a compañeros bateristas centralizados en un solo estilo (muy buenos por cierto) y que fuera de éste no eran capaces de tocar con musicalidad otros estilos.

Por eso, es primordial guiar a los músicos a que se formen así mismos con el criterio de tener el resto interpretativo suficiente para afrontar cualquier situación musical en la vida. Un músico con estos caracteres, podrá luego decidir si sólo quiere centralizarse en un solo estilo o no. Pero si guiamos al alumno hacia un solo estilo lo estamos debilitando, pues con esa limitación no podrá enfrontar demasiadas situaciones ni demandas. Le será siempre más posible enfrentar esto a aquél que ame la música en general, y le guarde sensitibidad y apertura.

Antes solía opinar que era más válido tocar un estilo bien que varios mal, pero hoy aprendí que si se tiene un concepto bien formado y se es musical se puede ser respetuoso de cada estilo sin tener que ser del mainstream (ortodoxia) de cada uno.

Se puede ser sentimentalmente afín a uno o dos estilos, (he ahí lo ortodoxo y el fanatismo que jamás fueron mis objetivos) pero no se puede ser afín a todos los estilos. Sí se puede ser sensitivo a lo que la música en sí misma mas allá de los estilos y banderíos despierta en el alma que no es lo mismo.

Se pueden romper las reglas no cuando se estudia mucho, sino cuando se tiene criterio o el concepto. Si no se tiene esto por más bagaje teórico que se disponga no se podrá ser efectivo a la hora de tocar.

Es verdad que genios como por ejemplo John Bonham (Baterista de Led Zeppelin) practicaron muchísimo sobre el instrumento pero usando un talento que ya había venido con ellos. Para la misma época incluso hoy muchas otras personas se encerraron a practicar 8 hs al día tratando de arrimársele, desarrollando su estilo mucho más al extremo pero con la desventaja de que eso ya había sido creado.

Tipos como Bonham afrontaron una época donde todo estaba en etapa de creación y desarrollo. En esos tiempos todo era cero Internet, escasa librería, universidades musicales, no tanta enseñanza particular. Lo cual no lo convertía todo en fácil porque cualquier detalle era novedoso sino todo lo contrario, no existían demasiadas fórmulas de probado éxito que intentar para ingresar a la fama. Había que hacerse de abajo con lo que había. Así que triple mérito para toda esa gente. Las cosas que él tocaba eran y son difíciles por estas razones: “Eran” difíciles porque había que meterlas en una canción de Led Zeppelin y encima que quedara bien. “Son “ difíciles porque además de tocarlas lo mas fielmente posible debemos tener el criterio de usar eso en una canción sin destruirla.

Sus reconocidas influencias fueron: Buddy Rich (por ej en el cross sticking) Gene kruppa ( en groove salvaje) Teki Fulwood (en los tresillos tocados con el bombo)

Mucho de lo que se tocaba en esa época era nuevo y uno mismo debía desarrollarlo, no se podía poner you tube, pausar o bajar la velocidad de una imagen para ver como se hacía..solo se podía poner una y otra vez el vinilo en la parte que nos interesaba hasta dejarlo blancuzco por el desgaste de tantas reproducciones.

bottom of page